“¿Quién, verdaderamente,
es mi prójimo?”
Esta pregunta la dirigió a Jesús, un
hombre muy conocedor de las leyes de Dios,
según el registro bíblico fue con el propósito de “probar que era
justo”. Luc. 10:29
El problema de fondo era la
motivación, Jesús dijo que esta clase de
personas hacían obras para ser
vistos por los hombres. Obviamente cuando alguien realiza una obra, otras
personas obtienen por lo menos algún beneficio, así que, ¿cual entonces es el
lado negativo de realizar obras, aun cuando la intención del benefactor sea
conseguir reconocimiento, si al final otras personas se beneficiarán?.
La
respuesta de nuestro señor Jesús al hombre que preguntó quien era su prójimo, lo
ilustra:
Luc. 10:30 […] Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre salteadores, que lo despojaron y también le descargaron golpes, y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Ahora bien, por casualidad, cierto sacerdote bajaba por aquel camino, pero, cuando lo vio, pasó por el otro lado. 32 Así mismo, un levita también, cuando bajó al lugar y lo vio, pasó por el otro lado. 33 Pero cierto samaritano que viajaba por el camino llego a donde estaba y, al verlo, se enterneció. 34 De modo que se le acercó y le vendó sus heridas, y vertió en ellas aceite y vino, luego lo montó sobre su propia bestia y lo llevó a un mesón y lo cuidó. 35 Y al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo; `Cuídalo, y lo que gastes además de esto, te lo pagaré cuando vuelva acá.
Además de que la victima del asalto fue un
judío , (y como ya sabemos los judíos y los samaritanos mantenían una actitud
de desdeño y no se respetaban entre si) el lugar donde fue asaltada la victima
era un lugar solitario, de tal manera que brindar ayuda a dicha persona no
resultaría en reconocimientos ni halagos por parte de nadie, el sacerdote y el
levita quizás hubieran actuado si otras personas los hubiesen estado observando,
el samaritano en cambio se enterneció, lo que indica que su motivación fue
producto de un sentimiento noble, y basado en principios; fue la misericordia
lo que lo impulsó a actuar por encima
del prejuicio y el odio, y no el deseo de reconocimiento; por si fuera poco, no
solo lo curó y lo llevo en su bestia hasta un lugar seguro, si no que además se
hizo cargo de los gastos de su recuperación sin recibir nada a cambio.
¿Que lección deriva de esta parábola un
cristiano?
Varias sin duda.
- Inicialmente podemos entender que nuestro prójimo es toda aquella persona que necesite de nuestra ayuda.
- Que la raza, la nacionalidad, la condición social o la religión no deben ser impedimentos para actuar misericordiosamente para con aquella persona que necesite de nosotros.
- Que la motivación para ayudar a otros no espera halagos ni reconocimientos,
- Que muchas veces no recibiremos retribución ni pago alguno salvo la satisfacción de haber hecho lo correcto.
- Que en ocasiones la iniciativa de ayudar debe salir de nosotros sin que nadie la solicite.
Nuestro
señor no discriminó a la hora de ayudar a los necesitados, de hecho:
- Fue acusado de comer con pecadores y con cobradores de impuestos (Mat. 9:11)
- No buscó gloria ni reconocimientos pues en ocasiones ordenó a los beneficiados no contar lo ocurrido (Mat. 9:30)
- No tuvo prejuicios raciales, pues al menos en una ocasión predicó a una samaritana.
- Mostró su misericordia incluso a aquellos que le causaron daño (Luc. 23:34)
Es
triste ver que un cristiano califique despectivamente a otros como mundanos,
que los rechace como si fueran leprosos que pudieran contagiarlos de alguna
enfermedad, que incluso trate de probar o exaltar su justicia, o que busque un
beneficio personal al mostrar ayuda a
alguien. Es triste también que un cristiano niegue la ayuda a su prójimo teniendo
la posibilidad de ayudarlo o hasta se aproveche de las desgracias y necesidades
de otros para lucrarse.
Ante
las constantes críticas de los líderes religiosos de su época Jesús les dijo
que debían aprender lo que significaba ¨Quiero misericordia, y no sacrificio¨
(Mat.9:13). Ellos simbólicamente colaban el mosquito en el cumplimiento
sistemático de protocolos, pero
engullían el camello al no mostrar
compasión por los necesitados y humildes. Años más tarde el discípulo Santiago
escribió: ¨La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto
de vista de nuestro Dios y padre es esta: cuidar de los huérfanos y de las
viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo.¨ Bien valdría
revisar nuestra actitud y ver ¿que tanto nos parecemos al samaritano de la
parábola?