domingo, 10 de abril de 2016

¿Quien verdaderamente es mi projimo?



“¿Quién, verdaderamente, 

es mi prójimo?”


Esta pregunta la dirigió a Jesús, un hombre muy conocedor de las leyes de Dios,  según el registro bíblico fue con el propósito de “probar que era justo”.  Luc. 10:29

     El problema de fondo era la motivación,  Jesús dijo que  esta clase de  personas   hacían obras para ser vistos por los hombres. Obviamente cuando alguien realiza una obra, otras personas obtienen por lo menos algún beneficio, así que, ¿cual entonces es el lado negativo de realizar obras, aun cuando la intención del benefactor sea conseguir reconocimiento, si al final otras personas se beneficiarán?.

La respuesta de nuestro señor Jesús al hombre que preguntó quien era su prójimo, lo ilustra:
     Luc. 10:30 […] Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre salteadores, que lo despojaron y también le descargaron golpes, y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Ahora bien, por casualidad, cierto sacerdote bajaba por aquel camino, pero, cuando lo vio, pasó por el otro lado. 32 Así mismo, un levita también, cuando bajó al lugar y lo vio, pasó por el otro lado. 33 Pero cierto samaritano que viajaba por el camino llego a donde estaba y, al verlo, se enterneció. 34 De modo que se le acercó y le vendó sus heridas, y vertió en ellas  aceite y vino, luego lo montó sobre su propia bestia y lo llevó a un mesón y lo cuidó. 35 Y al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo;  `Cuídalo, y lo que gastes además de esto, te lo pagaré cuando vuelva acá.

     Además de que la victima del asalto fue un judío , (y como ya sabemos los judíos y los samaritanos mantenían una actitud de desdeño y no se respetaban entre si) el lugar donde fue asaltada la victima era un lugar solitario, de tal manera que brindar ayuda a dicha persona no resultaría en reconocimientos ni halagos por parte de nadie, el sacerdote y el levita quizás hubieran actuado si otras personas los hubiesen estado observando, el samaritano en cambio se enterneció, lo que indica que su motivación fue producto de un sentimiento noble, y basado en principios; fue la misericordia lo que lo impulsó  a actuar por encima del prejuicio y el odio, y no el deseo de reconocimiento; por si fuera poco, no solo lo curó y lo llevo en su bestia hasta un lugar seguro, si no que además se hizo cargo de los gastos de su recuperación sin recibir nada a cambio.

¿Que lección deriva de esta parábola un cristiano?
Varias sin duda. 
  •      Inicialmente podemos entender que nuestro prójimo es toda aquella persona que necesite de nuestra ayuda.  
  •      Que la raza, la nacionalidad, la condición social  o la religión no deben ser impedimentos para actuar misericordiosamente para con aquella persona que necesite de nosotros.
  •      Que la motivación para ayudar a otros no espera halagos ni reconocimientos,
  •      Que muchas veces no recibiremos retribución ni pago alguno salvo la satisfacción de haber hecho lo correcto.
  •     Que en ocasiones la iniciativa de ayudar debe salir de nosotros sin que nadie la solicite.


     Nuestro señor no discriminó a la hora de ayudar a los necesitados, de hecho: 
  1.  Fue acusado de comer con pecadores y con cobradores de impuestos (Mat. 9:11)
  2. No buscó gloria ni reconocimientos pues  en ocasiones  ordenó a  los  beneficiados no contar  lo ocurrido  (Mat. 9:30)
  3. No tuvo prejuicios raciales, pues al menos en una ocasión predicó a una samaritana. 
  4.  Mostró su misericordia incluso a aquellos  que le causaron daño (Luc. 23:34)
     Es triste ver que un cristiano califique despectivamente a otros como mundanos, que los rechace como si fueran leprosos que pudieran contagiarlos de alguna enfermedad, que incluso trate de probar o exaltar su justicia, o que busque un beneficio personal  al mostrar ayuda a alguien. Es triste también que un cristiano niegue la ayuda a su prójimo teniendo la posibilidad de ayudarlo o hasta se aproveche de las desgracias y necesidades de otros para lucrarse.

     Ante las constantes críticas de los líderes religiosos de su época Jesús les dijo que debían aprender lo que significaba ¨Quiero misericordia, y no sacrificio¨ (Mat.9:13). Ellos simbólicamente colaban el mosquito en el cumplimiento sistemático de protocolos,  pero engullían el camello  al no mostrar compasión por los necesitados y humildes. Años más tarde el discípulo Santiago escribió: ¨La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y padre es esta: cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo.¨ Bien valdría revisar nuestra actitud y ver ¿que tanto nos parecemos al samaritano de la parábola?


jueves, 24 de marzo de 2016

"No se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud"

"Para tal libertad Cristo nos libertó. Por lo tanto, estén firmes, y no se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud." Gál. 5:1.
En su carta  a los Gálatas, el Apóstol Pablo les explica claramente a estos, como había expirado el tiempo de validez de la Ley Mosaica y como el Cristo les había concedido la libertad  de ella. Parecía insensato que  algunos insistieran en volver a hacerse esclavos de dicha Ley. 
Aunque ese consejo aplica específicamente a la Ley Mosaica, podemos extenderlo también a otros ámbitos.  El mismo Pablo en su primera carta a los Corintios. 10: 29 pregunta..."¿por que debería mi libertad ser juzgada por la conciencia de otra persona?" y en Romanos 14: 4 también pregunta "¿Quien eres tu para juzgar al sirviente de casa ajeno?".  
De la misma forma como los fariseos y los saduceos ataron  a la gente común de los tiempos de Jesús con cargas pesadas, hoy muchos cristianos nos hemos dejado "restringir otra vez en un yugo de esclavitud" al permitir que otras personas hagan para nosotros largas, complicadas y a veces hasta ilógicas explicaciones y aplicaciones de las Escrituras Sagradas  que abarcan cada uno de los aspectos de nuestras vidas, alienando nuestra propia conciencia y privándonos de la libertad que nos dio nuestro Señor de decidir como vivir nuestra vida cristiana en armonía con sus enseñanzas.
Jesús les dijo a unos  judíos que le habían creído que conocerían la verdad y la verdad los haría libres, (Juan 8:32)   no obstante según el consejo de Pablo a los Gálatas entendemos que dicha libertad puede perderse y que se requiere de vigilancia y esfuerzo continuo para no volver a la condición de esclavos, sea del pecado, de la Ley, de los hombres o de cualquier otro amo.
Ahora bien  la libertad de la que hablan las escrituras es una libertad relativa, no absoluta, es por eso que Pedro en su segunda carta. 2:16 especifica: “Sean como personas libres, y, sin embargo, tengan su libertad, no como disfraz para la maldad,...sino como esclavos de Dios”. En comparación con los judíos, los cristianos no vivimos bajo un régimen de normas y reglas extensas que regulen cada aspecto especifico de nuestras vidas, por el contrario estamos bajo la Ley del Amor, esto es amor a Dios y amor a nuestro prójimo. (Mat. 22: 36 – 40). Al vivir bajo esta premisa, cada una de nuestras acciones será una expresión de nuestra libertad cristiana, una manifestación  de nuestra voluntad y un ejercicio de la conciencia con que nos ha privilegiado el creador.
Si bien podemos recibir y hasta solicitar ayuda y consejo de nuestros hermanos y amigos, no necesitamos que otras personas regulen cada una de nuestras decisiones y acciones.
“Por lo tanto, estén firmes, y no se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud."   Gál. 5:1.


Libertad:

Es la capacidad, facultad o  derecho de pensar y actuar de acuerdo con lo que la propia conciencia, voluntad y  criterio le indiquen al sujeto, de forma independiente o autónoma sin estar sujeto a obediencia a un ser externo de forma coercitiva. Todos  los conceptos de libertad llevan implícitos la responsabilidad por las decisiones y actos cometidos. Por lo que se entiende que la libertad absoluta e incondicional no es factible.